No pensaba escribir este post (ni el del embarazo) pero este primer mes como madre he recibido tanta ayuda «cibernética» que espero poder devolverla con estas palabras.
El primer mes con mi bebé ha sido un horror. Sí, así de feo es el adjetivo que he elegido. Horror.
Vaya por delante que a mí los cuentos Disney no me engañan. Sabía que ser madre iba a ser difícil. Que la lactancia supone (en un 99% de los casos) grietas y dolores. Que no iba a volver a dormir del tirón en unos cuantos años. Que los primeros meses (así, sin cuantificar, «meses») son muy difíciles. Pero todo esto se queda corto.
Empecemos por el principio.
Los últimos días pre-bebé
Ya os conté que mi embarazo no tuvo nada de bonito (podéis leerlo aquí). Ya entrada la semana 41 fui a monitores y me dejaron ingresada. De hecho fui sin llevar la bolsa del hospital ni nada, y cuando me quitaron las correas me hicieron pasar (como siempre) a ver al ginecólogo quien directamente me dijo «¿qué te parece si tu bebé nace hoy?».
Fue un parto inducido y solo puedo calificarlo como precioso. Primero oxitocina, que me hizo dilatar rápidamente. Y en cuanto aquello empezaba a doler, epidural. En 6 horas y menos de 30 minutos de expulsivo tenía un precioso bebé sobre mi pecho, piel con piel.
Estaba feliz. Tras 9 meses de penurias, dolores e insomnio el parto había sido perfecto y tenía un pequeño pero maravilloso bebé en mis brazos. En cuanto fue posible me indicaron que me tumbara de costado y la pusieron a mi lado a mamar por primera vez. Increíble.
Pero a partir de aquí todo fue cuesta abajo.
El ingreso en el hospital
Eran las siete de la tarde cuando nos pasaron a planta. Los recientes abuelos pasaron a conocer a su nieta y no era muy tarde cuando decidimos intentar dormir. Y digo intentar, porque esa primera noche fue infernal. La pequeña llamita no dejaba de llorar. Yo intentaba darle pecho pero no se enganchaba. Pedí ayuda a las enfermeras pero no me ayudaban en absoluto. Pasadas las 3 de la mañana se la llevaron a intentar calmarla, me la trajeron con un chupete. ¡Un chupete!
Sabéis lo prohibido que está combinar chupete o biberón y el inicio de la lactancia materna, porque la forma de succionar es diferente, ¿verdad? Pues en el hospital, en la planta en la que estaba ingresada (pediatría, porque maternidad estaba llena) no lo sabían.
3 noches estuve en el hospital y 3 chupetes le dieron. Cada vez que me descuidaba aparecía con uno nuevo.
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Llamaba pidiendo ayuda, consejos, consuelo… y lo único que recibía de unas (se supone que) expertas en recién nacidos era un «dale un chupete o un biberón». Biberón, claro, también muy compatible con la lactancia.
Me cansé de pelear no solo con mis hormonas (no podría cuantificar todo lo que lloré) y con un bebé al que no era capaz de consolar, sino también con las enfermeras. En otro momento de otra de las noches se la llevaron y la trajeron calmadísima. «¿Qué habéis hecho para conseguirlo?». «Le hemos dado sacarosa, que es como una golosina para ellos».
A mi hija de apenas dos días de vida.
Con tanto estrés y desconocimiento (y mira que fui a clases de preparación al parto, y gracias a dios la verdad…) yo no tenía leche aún. Tuvimos que darle unos suplementos una noche, por orden de la neonatóloga, quien me dijo específicamente «con jeringa». También me tocó discutir con las enfermeras sobre por qué quería jeringa y no biberón.
Pero como decía, tantos intentos por dar el pecho sin conseguir más que grietas (compré purelán y pezoneras, pero ni con esas) me hicieron replantearme seriamente el pasarme a leche de fórmula.
La última mañana que estuve en el hospital paseaba por la habitación y vi pasar por delante de mi puerta a un enfermero que me había visitado un día con el ginecólogo. Salí corriendo y básicamente le plaqué por el pasillo.
Le pedí ayuda desesperadamente. Necesitaba ayuda de alguien que supiera lo que estaba haciendo. Necesitaba a mi matrona, pero era viernes y hasta el lunes no podría verla. Y no sabía si aguantaría el fin de semana sin desistir de la lactancia.
Así que recurrí a él. Le conté mis problemas con la lactancia, el enganche, que no conseguía la postura, que no succionaba bien, que ya no sabía qué hacer…porque todo lo que hacía salía mal. Y me escuchó y ayudó.
Sí, ese enfermero salvó mi lactancia. No sé cómo te llamas, pero desde aquí te doy las gracias.
Llegando a casa: sueño y cólicos
Aún con leche de transición y muy aturdidos, llegamos a casa un sábado por la mañana. No teníamos todas con nosotros así que compramos un bote de leche de fórmula en la farmacia «por si se queda con hambre, para que duerma mejor». Sí, en ese punto de ignorancia y desesperación estábamos.
No quiero contar día a día lo que vivimos, pero de verdad que fue horrible. Supongo que pagamos la novatada, igual que la pagan casi todos los padres del mundo (habrá padres que no porque me consta que existen bebés casi-perfectos que comen, cagan y tras eso se duermen por ciencia infusa).
El primer día intentamos que durmiera en su cuna, pero fue imposible. Ni con nosotros sentados al lado, ni cogiéndole la mano, ni respirándole en la nuca. Incluso la metíamos dormida y se despertaba. La cuna se ganó el apodo de «cama de pinchos».
Probé a dormir con ella en su cama (una camita pequeña de ikea). Parece que funcionaba mejor, pero no siempre. Lloros y más lloros y no saber qué hacer, intercalados con cambios de pañales, eran nuestras ocupaciones nocturnas.
Al menos por el día le gustaba el capazo… ya es un paso bastante grande.
De su cama pasamos al sofá, más largo y ancho. Ahí parece que dormíamos bien. Sobre mí, o con suerte a mi lado.
Yo no dormía nada y aun así sabía que estaba durmiendo más que otras madres. No disfrutaba tampoco de nada: ni de mi hija, ni de la lactancia, ni de absolutamente nada de lo bonito que es la maternidad.
A los 4 días de estar en casa empezó a establecerse un patrón que no nos gustó: sobre las ocho u ocho y media de la tarde empezaba a llorar, gritar y retorcerse de dolor. Le duraba una hora u hora y media, hasta que echaba gases y se quedaba tan tranquila. Sabíamos perfectamente lo que eran: cólicos de gases. Nos había tocado la lotería mala.
Fuimos al pediatra que nos recomendó Reuteri. La pequeña se pasaba el día enganchada al pecho casi… sus tomas duraban más de una hora y además (equivocadamente pero presa del cansancio) la dejaba dormirse al pecho sin hacer que eructara. Eso le producía más gases… y vuelta a empezar.
Compramos una bañera anticólicos en la que no podíamos meterla porque era demasiado pequeña (lo cual descubrimos después de comprarla).
Ah sí, también tenía bajo peso, así que tenía que despertarla como muchísimo cada 3 horas para que comiera. Y despertarla por las noches era horrible. Tardaba quizás media hora en que se despertara y tenía que estar continuamente haciéndole cosquillas o rascándole por el cuerpo para que no se durmiera mientras mamaba. Intervalos de 1 hora seguida, con suerte, es lo que yo dormía por la noche.
Los cólicos mejoraron, pero la tónica de este primer mes (y del segundo, que en lo que escribo esto llevamos mes y medio ya) ha sido avanzar un paso y retroceder otro.
Porque además comenzaron mis problemas con la lactancia.
Problemas con la lactancia
Ya habéis leído los inicios de la lactancia. Grietas, no saber cómo engancharla correctamente, dolores, incomodidad y lo que tardó en subir la leche.
Con el bajo peso y las noches tan horribles opté por darle el pecho de lado, las dos tumbadas… y yo me quedaba dormida. No tenía control alguno sobre lo que ella comía ni cuándo. Pero la dejaba «buffet libre», y así ambas estábamos contentas.
Creo que ese fue el error.
La lactancia funciona de tal manera que el pecho debe vaciarse por completo para que el cerebro diga «ui, vamos a producir más leche que se necesita». Pues creo que de esa manera no se vaciaba. Para nada. Y dejé de producir casi leche en uno de los pechos.
Modificación de alimentación, suplementos y estimulación entre tomas del pecho para volver a producir más.
Sí, mis días y sobretodo mis noches se basaban en: despertar a la niña (30 minutos), darla de comer (1 hora), sacarme leche (30 minutos), dormir (30 minutos-1 hora).
Si sois primerizas no hagáis caso a estos tiempos, de verdad. Ahora me he dado cuenta de que con sacar leche 5-10 minutos ya estimulo lo suficiente como para mantener la leche. Y os voy a hacer un spoiler feliz: ahora mismo, y tiene apenas seis semanas, en media hora suele haber comido.
Pero esa semana que he estado estimulando para aumentar la producción ha sido HORRIBLE.
Colecho: ¿acierto o error?
Continuando con la batalla de dormir, imaginaros el despliegue que tenía en el sofá del salón: cojines para dar el pecho sentada, cojines para dormir, el sacaleches, toallas para cuando regurgita… (que lo hace, y mucho).
Yo siempre he sido anti-colecho. Me parece un error acostumbrarles a dormir contigo, cuando tienen su cuna y su habitación para hacerlo. Equivocada que estaba…
He aprendido mucho este primer mes. Por ejemplo, a no decir «yo nunca voy a…». Porque todo lo que he dicho que no iba a hacer, lo he hecho.
Tras pasar por el sofá, nos fuimos a mi cama a dormir. Por pura supervivencia. Como madre tengo que estar lo mejor posible para poder cuidar de mi hija y eso ha significado renunciar a muchas de las ideas preconcebidas que tenía.
Compramos una barrera para la cama y nos trasladamos allí.
Después de 3 semanas durmiendo incómoda, por fin dormía al menos en mi cama. Al principio sentada o recostada, con ella en mis brazos. Sí, yo también decía «nunca voy a dejarla dormir en mis brazos»… pero con todo lo que la he oído llorar con los cólicos me encontré en ese punto en el que si sufre no quiero que sea por mi culpa.
Poco a poco vamos mejorando en algunos aspectos. Últimamente está empezando a dormirse sola por las noches. Se despierta, le doy pecho, cambio pañal si hace falta y al tumbarla de nuevo a mi lado, cierra sus ojitos y se duerme.
Estoy feliz con este pequeño avance, pero no creáis que ocurre todas las noches. Hay algunas que me toca dormirla en brazos, o en el portabebés… y quedarme dormida sin quitármelo porque se despierta (ojo, no es «por si se despierta», sino que se despierta). Por el día no se duerme nunca sola… ni en el capazo.
Los buenos tiempos volverán
Ha sido un primer mes muy largo. Mucho. Estamos superando ahora la barrera de las seis semanas (hace más de 7 días que empecé a escribir este post) y tengo que decir que esos momentos de horror, de desbordamiento y de arrepentimiento se han desvanecido o al menos no son tan frecuentes. Porque sí, lo siento, hubo un momento en la primera semana en el que me he arrepentido profundamente de mi decisión de ser madre. Y me avergüenza reconocerlo, pero estoy cansada de que tengamos que ocultar los sentimientos y mostrar siempre una cara feliz ante cualquier evento.
No sé si va mejorando, diría que sí… pero puedo asegurar que me he acostumbrado al «horror». Hoy he estado más de 4 horas despierta por la noche y… me ha parecido algo normal. La primera semana lo llevaba psicológicamente peor (pero físicamente mejor). Os aseguro que entiendo perfectamente la gente con depresión posparto y no me creo que no sea algo por lo que pasemos todas o casi todas.
El otro día acunándola para que se durmiera (con un gran dolor en brazo y espalda) me descubrí a mi misma cantándole la canción de Duncan Dhu, «Esos ojos negros».
Se me escapó una lágrima mientras cantaba «pero espera, descuida, que ya vendrán. Los buenos tiempos volverán».
Y no era una lágrima de tristeza. Era una lágrima de orgullo por haber llegado a donde he llegado, con mi pequeño bebé (a quien no puedo querer más) en mis brazos.
Madres primerizas y futuras madres: no desesperéis. Todo mejora.
Hola!
¡Menuda experiencia! Justo hace unos minutos me hablaba Gemma de vuestro blog y… después de leer este artículo nos vemos súper reflejados en vuestros problemas! La difícil lactancia, incomprensiones en el hospital, malas prácticas, cuna con pinchos… ¡Que os vamos a contar! Es súper importante dar a conocer estas experiencias para que el resto sea consciente de lo que puede conllevar una lactancia y no cometer errores (o deslices) que nosotros hemos cometido.
Un abrazo desde @wherejourneysbegin y mucho ánimo en este camino!
Nos seguimos!
Pues sí, me da que no he sido la única… pero es que nadie me había contado estas cosas. Sólo te dicen «es muy duro, pero todo pasa». Quizás si hubiera tenido algo más claro a qué iba a enfrentarme habría sido diferente todo. Seguro que tu blog de paternidad también ayudará a mucha gente. ¡Estamos en contacto!
El primer mes es horroroso. Entre las hormonas y adaptarse al nuevo ritmo. Es tremendo. Yo no di pecho así que esa bala la esquive pero el resto las sufrí todas.
Deberíamos hablar más de esto supongo. Pero es que yo entonces no tenía un blog en el que explicar todas estas cosas. Me alegro de que lo hayas contado, ayudará a muchas madres a darse cuenta de que nos pasa a casi todas y que no son un fracaso. Porque yo me sentí así, que no hacía nada bien.
Haces bien en compartirlo! Un abrazo!
Correcto, así me sentía yo… un fracaso total. No fue hasta que empecé a compartirlo que me di cuenta de que no estaba sola… y todo empezó a mejorar
Me encantó!muy real y sincera,está y la de tu embarazo me encantaron,estoy buscando embarazarme y me da mucha alegría y fe leer testimonios
Me alegro mucho! Palabras así hacen que merezca la pena escribir. Espero que consigas pronto el embarazo, ¡ánimo!
Tengo 6 semanas de embarazo y ya me arrepentí, los ascos han sido terribles, no puedo comer nada, me la paso comienzo hielo. La verdad tengo mucho miedo porque aún que si fue deseado no fue bien planeado, en fin…tengo mil achaques y eso que esto apenas comienza, y honestamente ya van un par de veces que desee no estar embarazada pero al fin ya inicie el camino. Desee me éxito para esto que dará un cambio radical a mí pareja y a mi. 🤯
Es un cambio, eso tenlo por seguro, pero a mejor, ya verás. El embarazo no es un camino de rosas pero lo bueno es que tiene «fecha de caducidad». ¿Qué son unos meses malos en comparación con todo lo bonito que es ser madre? Un saludo y ánimo!